La primera vez que estuve en Ashla, asistía a un curso de masaje Metamórfico, me lo comentó una amiga y fuimos las dos.
A mi derecha se sentó una mujer que no conocía, nunca nos habíamos visto.
Mientras la profesora impartía la parte teórica, la mujer desconocida se acerco a mí y susurrándome al oído me dijo: Tienes dos hermosas alas ¡Vuela!
Me quedé perpleja mirándola, ella no sabía que desde hacía un tiempo, mi caballo de batalla era conseguir ser libre.
Esa frase me hizo pensar tanto… Yo buscaba fuera, exigía que la libertad me la diera “el otro”. Me llevó años comprender que si esta mujer lo había visto, es que estaba en mi interior. Bendita mujer, bendita Ashla y bendito Metamórfico que me dio la clave para conquistar desde dentro mi libertad.
Donde me llevó el masaje, os lo digo otro día…
Soledad Castro