Libertad, felicidad… ¿A que precio?.
Cuenta una leyenda muy antigua, (tanto que no estamos seguros de su procedencia), que en un poblado indígena de una tierra apenas visitada por gentes curiosas. Una pareja se juraba amor eterno y entre miradas embobadas, sonrisas, besos y algunas caricias, hablaban de su futuro y se preocupaban de conservar ese amor hasta el fin de los tiempos.
Uno de los días en que esa preocupación sobresalía entre el resto de emociones, ella en apenas un susurro, dijo: “Quizás deberíamos consultar al consejo de ancianos”. A lo que él, dado que estaba lo bastante cerca como para escuchar a su amada, contestó: “Nada nos separará”. Al cabo del un tiempo ella insistió de nuevo: “¿Cuando hablaremos con el consejo…?. Cada día estoy mas obsesionada con que pueda perderte. Pediremos un talismán, un conjuro o algo que consiga que estemos siempre juntos”.
Al apuntar el ocaso en la noche de luna llena, que era cuando se reunía el Consejo de Ancianos se presentaron ambos, y el mas anciano del grupo, después de un rato de silencio se dirigió a ellos:
– Os conocemos desde siempre y queremos ayudaros, decidnos cuales son vuestras sombras.
– Nos amamos y queremos asegurar nuestra felicidad para siempre. Pensamos en… tal vez un amuleto o un conjuro que nos ayude a conseguirlo.
El anciano volvió quedar en silencio un buen rato. Los jóvenes situados de pie en el centro del circulo formado por los ancianos.
– Lo que nos pedís resulta complicado, ahora dejadnos deliverar y pronto os daremos instrucciones.
Cuando al mediodía del día siguiente fueron llamados ante el Consejo, ambos jóvenes se encontraban entre nerviosos y contentos por lo que creían una tan pronta solución. Entraron respetando el silencio del anciano, que tras un buen rato, habló dirigiendose a ella,
- Tendrás que traer aqui vivo y sin daño al gran cóndor que habita en los bosques del sur. Te diremos cuando deberas presentarlo.
Y luego dirigiendose al joven:
- Tu tendrás que subir a los acantilados del norte durante el día, cazar y traer viva a un águila que sea mas grande que tu mismo. Luego al igual que con el cóndor que cazará ella, lo cuidaras como si de ella se tratara y lo traerás cuando te sea dicho. Podéis poneros en marcha.
Cuando fueron llamados de nuevo ante el consejo, ambos de manera simultanea presentaron sus capturas, que lucían magnificas demostrando así el cuidado a que habían sido sometidas. Sin inmutarse, el anciano que presidía aquellas reuniónes, les dijo:
- Ahora deberéis atar ambas aves por una de sus patas de manera que les resulte imposible soltarse. Una vez conseguido, las soltáis en el centro del poblado y observar con detalle todo su comportamiento. Cuando se ponga el sol os estaremos esperando.
En el mismo instante en que el último rayo de luz se escondia tras la montaña que dominaba el poblado, se presentaron los jóvenes y esta vez sin esperar el beneplácito del anciano los dos con una sola voz le dijeron:
- Estamos profundamente agradecidos por esta inmensa lección. Hemos entendido como desde el principio ambas aves querían volar, se revolcaban, luchaban y al final hubo que separarlas, pues se estaban picoteando fieramente. No se debe privar de libertad a quien quiera ser libre. …
Gracias y fin de la leyenda.
Fer
Que importante es respetar la libertad del otro en la convivencia, es algo que muchas veces no entendemos, y tendemos a sobre proteger al al otro y sin querer asfixiamos nuestra relación, la libertad, debe de ser una prioridad y una muestra de respeto a esa persona que convive con nosotros.
Gran reflexión, muchas gracias por compartirla .
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Solo cuando existe el espacio propio y la posibilidad de elegir, puede haber amor. Muy bonita.
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