Cuando me vaya, heredarás la ternura que quedó dentro, desdoblada y esparcida por aquí dentro. Cuando me vaya, que será el día menos esperado, como casi siempre, Cuando me vaya, digo, lo invadirán todo mis silencios y habrá aún más silencio todavía; porque me iré desnuda de todo lo mundano y marcharé dando voces de muerto. Cuando me vaya …. que tal vez no me ausente todavía, Cuando me vaya, digo… será resucitando la voz y en ella la palabra con la sonrisa de la LUZ y la audacia de volver sin haberme ido, para abrazarnos. Cuando me vaya, que no me iré aún, nos cogeremos de la mano para arroparnos; y si te vas tu, que tampoco aún te vas a ir, te contaré, cada día, los atardeceres preñados de tu ausencia con el brillo cautivador de tu mirada y la audacia que dejaste, envuelta en papel de aluminio, la víspera misma de tu regreso al Hogar del que salimos. Irse es preparar el camino. El camino del alma, para entendernos sin hablar, para vernos sin mirarnos, para abrazarnos en el Infinito Corazón del Padre-Madre. Poema en honor del Ser que fue: María Elena Diverio Ángel Diaz