Cuando está reseca el alma hay griteríos y voces descuadradas que manifiestan la sed, la soledad, el abandono y la desarmonía interior. Entonces sólo hay nubarrones que anuncian tormentas secas, vientos desapacibles y ausencia del agua fresca que busca el alma.

Hay sequía, mas también es tiempo de expectativas que suelen aparecer de cuando en cuando, precisamente en los momentos en que se precisan. Entonces llegan como atraídas por las voces secretas de la desesperanza que martillea desde el subconsciente o desde el Ser de uno mismo. Y surge lo que se pidió. Aunque nunca llegaremos a saber quién originó el grito casi desesperado pidiendo auxilio.
Hay tiempos y momentos en que el alma es como si tratase de dinamitarse a sí misma pero en el último segundo pulsara el botón perdido de la memoria..
Hay sequía, mas también es tiempo de expectativas que suelen aparecer de cuando en cuando, precisamente en los momentos en que se precisan. Entonces llegan como atraídas por las voces secretas de la desesperanza que martillea desde el subconsciente o desde el Ser de uno mismo. Y surge lo que se pidió. Aunque nunca llegaremos a saber quién originó el grito casi desesperado pidiendo auxilio.
Hay tiempos y momentos en que el alma es como si tratase de dinamitarse a sí misma pero en el último segundo pulsara el botón perdido de la memoria..
En el fondo es porque siempre nuestro ser nos propicia aquello que solicitamos con el deseo oculto, esa especial sensación de menosprecio, de desamor con el que nos cargamos de cuando en cuando y que nos hace sentirnos ridículos si lo expresamos y sólo el alma lo recoge y es entonces cuando surge la sorpresa de lo inesperado que llega a nuestras vidas.
Ángel Díaz