Una preciosa tarde de primavera de cualquier año por el principio del siglo XXI . Un capitán laureado, mérito que había obtenido por su valiente participación en las numerosas batallas en las que había participado a lo largo de su carrera militar en varios destinos fuera de nuestras fronteras. Batallas de esas en las que no se sabe muy bien porqué, los medios de «desinformación» Las califican de «MISIÓN DE PAZ» y que luego esos mismos medios eso si, se encargan del postureo y las fotos para propagar las muertes de nuestros soldados, acaecidas eso sí, en son paz.
En aquella ocasión, nuestro militar, que por entonces debía rondar los 50 años, paseaba por el parque del Retiro en Madrid, empujando el cochecito en el que su hija se distraía mirándolo todo. Habían llegado con tiempo a la cita con el conocido puericultor que asistiría a la niña y que pasaba consulta en la capital. Ellos acababan de llegar de Toledo y la imagen del fresco y verde parque parecía llamarles, así que decidió cruzar la calle.
¡De pronto…!, en la tranquila y silenciosa vereda del parque por la que transitaban, el militar escucho un intenso crujido que parecía venir de lo alto. Sin pensárselo y sin siquiera mirar, con ese instinto que sólo se aprende en las numerosas ocasiones de peligro en las que tu vida depende de él, dio un fuerte empujón al cochecito, y con él a la niña.

Un instante después, nuestro militar yacía sin vida debajo de una gruesa rama del árbol debajo del cual estaban paseando padre e hija. Aquel empujón salvo la vida de la niña pero no dejó ninguna
Lo que no pudo la guerra, le sobrevino en la paz, en un tranquilo parque de una no tan tranquila ciudad, , en una sosegada y fresca tarde de primavera. ¿Quien lo podría imaginar…?.
Fer